Lectura: Juan 12:12-22
Volviendo al Evangelio de Juan capítulo 12 vemos una escena diferente. Las calles de Jerusalén se llenan de peregrinos cuando empieza a circular la noticia de que Jesús viene a la ciudad. La multitud sale a esperar a Aquel que resucitó a Lázaro.
Ni siquiera los discípulos, que conocían las Escrituras, se dan cuenta de que este acontecimiento es el cumplimiento de las palabras del profeta Zacarías: “Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna.” (Zacarías 9:9). El que un día vendrá cabalgando sobre las nubes del cielo, ahora entra cabalgando en un pollino a Jerusalén.
La multitud arroja ramas de palmeras en su camino y grita con entusiasmo: “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel!” (Juan 12:13). “Hosanna” significa “sálvanos, te suplicamos”, pero la salvación que el pueblo espera es la liberación del invasor romano. Dentro de unos días, estas mismas personas gritarán : “¡Crucifícale! ¡Crucifícale! (Juan 19, 6) y, después de coronarlo de espinas, le darán un trono singular: la cruz.
Nadie quiere un Jesús manso y humilde, sino un Rey poderoso e implacable. Lo que esos judíos no entienden es que Israel tiene más culpa que los romanos por no ser un testigo de Dios en el mundo. Seiscientos años antes Dios había hablado por medio del profeta Ezequiel:
“Esta es Jerusalén; la puse en medio de las naciones y de las tierras alrededor de ella. Y ella cambió mis decretos y mis ordenanzas en impiedad más que las naciones, y más que las tierras que están alrededor de ella; ” (Ezequiel 5:5-6).
Si te llamas cristiano, te enorgulleces de conocer la Palabra de Dios y andas proclamando “¡Hosanna!” y "¡Aleluya!" como si fueran palabras mágicas, debes saber que esas personas también lo hicieron. Querían un Jesús que los liberara de la opresión, multiplicara el pan y sanara a sus enfermos. Un Jesús como talismán de prosperidad.
Tal vez tú digas que los tiempos son diferentes hoy y que los cristianos realmente están dando un buen testimonio en este mundo. Entonces deben ser diferentes de aquellos a quienes Pablo denuncia en 1 Corintios 5 como peores que los paganos: “De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación, y tal fornicación cual ni aun se nombra entre los gentiles; tanto que alguno tiene la mujer de su padre.» (1 Co 5: 1).
Desgraciadamente, la ruina de la cristiandad tiene dos mil años de historia, y hoy a un cristiano sincero le cuesta dar testimonio de su fe. Para el incrédulo, él es el predicador experto que pide dinero o el creyente tonto que lo da. Sin embargo, siempre habrá gente como los griegos del versículo 21 de este capítulo 12 de Juan. “...se acercaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le rogaron, diciendo: Señor, quisiéramos ver a Jesús.” . ¿Y tú? ¿Quieres ver a Jesús o buscas otras cosas?
En los próximos 3 minutos el grano de trigo nos dice que morirá.