Lectura: Juan 14:10-11
Hay dos formas de creer lo que alguien dice: creerle a la persona o esperar a que demuestre que está diciendo la verdad. Si alguien te dice que te ama, ¿Cómo reaccionas? Confías en su palabra o respondes: “Está bien, ¡entonces demuéstralo!”. . Jesús dice: “Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí” (Juan 14:11). Aparentemente, los discípulos todavía sospechaban, porque Jesús agrega: entonces “... creedme por las mismas obras.” (Juan 14:11).
Hay quienes solo creen en la Palabra de Jesús si ven o sienten algo. La Biblia describe muchos milagros que realizó Jesús, pero ¿no son suficientes para ti? Los milagros que realizó Jesús tenían un objetivo muy claro: mostrar que él estaba en el Padre y que era Dios actuando allí. Pablo dice a los cristianos de Corinto: “Los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura;” (1 Corintios 1: 22-23).
Los judíos querían ver; Los gentiles entender. En Cristo crucificado encontramos ambas cosas, el poder de Dios y la sabiduría de Dios, pero de una manera que es locura para la mente carnal. El evangelio, las buenas noticias de que Jesús murió por nuestros pecados y resucitó para nuestra justificación, es “poder de Dios para salvación a todo aquel que cree: al judío primeramente, y también al griego” (Romanos 1:16).
En la misma carta Pablo dice que “la fe es por el oír, y el oír por la palabra de Dios” (Rom 10:17) . Entonces, ¿por qué todavía esperas ver algo? Esperar un milagro es como decirle a Jesús: “¿Me amas? Bien, ¡así que demuéstralo!” Pero, ¿qué prueba de amor estás esperando? ¿ Dejar que muera de nuevo por ti? ¿ Que suba vivo al cielo ante tus ojos?
Hoy muchos corren tras visiones, señales y milagros, como si fueran esteroides de la fe, sin los cuales se sienten débiles. Al poner tu atención en los milagros de Dios, en lugar del Dios de los milagros, te vuelves vulnerable al engaño. Satanás puede imitar muchas de las señales y milagros que encuentras en la Biblia.
El problema es que cuando la mente carnal ve un milagro, incluso uno auténtico, también saca conclusiones carnales. En el libro de los Hechos, cuando Pablo fue curado milagrosamente de la mordedura de una víbora, la gente del lugar lo consideraba un dios. Cuando sanó a un hombre, lo llamaron Mercurio, y a su compañero Bernabé, Júpiter. El sacerdote local trajo toros para sacrificar en su honor.
¿Cuántas personas conoces que caen en el error al ver un milagro? Personas que empiezan a seguir ciegamente a un líder religioso, rezan oraciones a alguna imagen, se cuelgan objetos al cuello, creyendo que tienen el poder de protegerlos... Si sigues corriendo detrás de señales y milagros, acabarás dejando de ocuparte con aquel que debería ser el centro de tu atención: Jesús.
En los próximos 3 minutos podrás hacer obras mayores que las que hizo Jesús.
