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#238 Identidad de discípulo

 


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Lectura: Juan 13:31-35

El estado de ánimo en la habitación cambia con la partida de Judas. A los que quedan, Jesús los llama “hijitos” y les revela lo que sucede tras el telón: “Ahora es glorificado el Hijo del Hombre, y Dios es glorificado en él.” (Juan 13:31). Jesús es el Hijo del Hombre porque es Dios en la humanidad, y “glorificado” significa uno grandemente honrado. Aquí se ve como ya cumplido el deseo de Dios para Jesús  y ahora los discípulos lo saben.

Cuando decidió destruir a Sodoma, el Señor se preguntó a sí mismo: “¿Encubriré yo a Abraham lo que voy a hacer… ?”. (Ge 18:17). No, no ocultaría sus planes a alguien con quien disfrutaba de compañerismo. Tener comunión significa tener cosas en común. El pasaje de Génesis 17 muestra que Dios no sólo le revela a Abraham lo que se propone hacer, sino que también escucha con atención mientras intercede por los habitantes de Sodoma.

Abraham recibe una promesa del Señor de no destruir la ciudad si encuentra 50 justos en ella. Luego, con un sentimiento de amor por los habitantes de Sodoma, Abraham sigue intercediendo:

“Quizá faltarán de cincuenta justos cinco; ¿destruirás por aquellos cinco toda la ciudad? Y dijo: No la destruiré, si hallare allí cuarenta y cinco. Y volvió a hablarle, y dijo: Quizá se hallarán allí cuarenta. Y respondió: No lo haré por amor a los cuarenta. Y dijo: No se enoje ahora mi Señor, si hablare: quizá se hallarán allí treinta. Y respondió: No lo haré si hallare allí treinta. Y dijo: He aquí ahora que he emprendido el hablar a mi Señor: quizá se hallarán allí veinte. No la destruiré, respondió, por amor a los veinte. Y volvió a decir: No se enoje ahora mi Señor, si hablare solamente una vez: quizá se hallarán allí diez. No la destruiré, respondió, por amor a los diez.” (Ge. 18:28-32). Abraham se detuvo en diez, pero me pregunto si Dios realmente habría destruido a Sodoma si Abraham hubiera intercedido por la posibilidad de que solo hubiera una persona justa allí.

Después de ser salvado por la fe en Jesús y su sacrificio en la cruz, el creyente se queda aquí para ocupar el lugar que Jesús ocupó, es decir, para ser testigo de Dios en un mundo corrompido por el pecado, e interceder por la salvación de sus habitantes. Este es el “documento de identidad” de un verdadero discípulo de Jesús: el amor a las personas.

El verdadero cristiano ama porque Dios lo amó primero. Quiere que otros pecadores se salven, porque él siendo pecador alcanzó la misericordia de Dios. El amor es consecuencia de la salvación recibida, no al revés. Las religiones humanas sitúan el amor como condición para recibir la salvación. La caridad del hombre religioso puede parecer piedad, pero es egoísta. Ama a su prójimo porque cree que servirá para su salvación.

La Ley dada a Moisés decía: “Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo” . Pero Jesús dice a los que ya están salvados: “Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen;” (Mt 5:43-44). ¿Para qué? ¿Para ser salvado? No, sino porque ya ha sido salvado y no fue tratado por Dios con el rigor que merecía. Creyendo en Jesús recibes lo que no merecías: la salvación. Y te has librado de recibir lo que merecías: la condenación eterna.

Si crees que el amor es lo que ves en películas y novelas, es mejor que estés al tanto de lo que aprenderás en los próximos 3 minutos.


Mario Persona es un orador y consultor de comunicación, marketing y desarrollo profesional www.mariopersona.com.br . No tiene formación ni título eclesiástico y no está vinculado a ninguna denominación religiosa, congregándose desde 1981 solo al Nombre del Señor Jesús. Este mensaje originalmente no contiene publicidad. Algunos sistemas para enviar correos electrónicos o RSS generalmente agregan mensajes publicitarios que pueden no expresar la opinión del autor.

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