Video:https://www.youtube.com/watch?v=RkSh_secFAM
Espacio y tiempo
Lectura:Juan 4:46-57
Jesús vuelve a Caná, donde había transformado el agua en vino, pero esta vez el clima no era de fiesta. Él encuentra a un padre afligido cuyo hijo está al borde de la muerte en la ciudad de Capernaum, a 38 km de allí. El hombre, un oficial del rey, insiste a Jesús para que él vaya a Capernaum antes de que el niño muera. Jesús dice que si las personas no ven el milagro que realmente ocurre, no creerán. Al principio es con una fe de segunda categoría que ese hombre va a Jesús, la misma fe de Tomás, necesita ver para creer. Jesús cura tanto al hijo del hombre como su fe. "Ve tu hijo vive "(Jn 4:50), le dijo al hombre, y este cree en la palabra de Jesús. Al día siguiente, al llegar a Capernaum, los criados vinieron al hombre para decirle que su hijo está curado. Descubre que esto ocurrió exactamente a la una de la tarde el día anterior, la misma hora que Jesús le dijo que su hijo se curó. ¿Pero qué es lo estaba haciendo desde la una del día anterior hasta el día siguiente, que fue cuando volvió a Capernaum? Si hubiera ido a pie, llegaría antes de las nueve de la noche el mismo día. Como era un noble, podría obtener un carruaje y llegaría antes de la noche. Ya que él no tenía un celular para llamar y averiguar si el niño había sido curado, solo puede existir una explicación para su falta de prisa: su fe. Al transferir el problema de su hijo a Jesús, ya no había razón para preocuparse. Por fe él sabía que Jesús no tenía que estar al lado del niño para curarlo, como espacio y tiempo no son un problema para Dios. Jesús no necesita someterse a las leyes de la física que rigen el universo que él mismo creó, al cual sostiene la palabra de su poder. Algunos días antes, un hombre, Nicodemo, había aprendido que Jesús no sólo tenía libre tránsito entre el cielo y la tierra, sino también que estaba en el cielo y al mismo tiempo estaba hablando con Nicodemo en la tierra. La fe verdadera no está limitada por los sentidos. Sino que ingresa en la esfera donde Dios actúa, una dimensión más allá de lo que podemos detectar. Lo que ve, oye o siente puede incluso ya no existir, puesto que su cerebro necesitó una fracción de segundo para recibir y procesar esas informaciones. En términos cósmicos queda más claro. El sol que ves pudo haber dejado de existir ocho minutos y dieciocho segundos atrás, que es el tiempo requerido para que su luz viaje los 150 millones kilómetros que lo separan de la tierra. Si usted busca la estrella más cercana después del sol, verá cómo era hace cuatro años, y no como es ahora. Ahora mismo puede que ni este en el mismo lugar donde Ud. Apuntó el telescopio. ¿Todavía crees que tiene sentido creer lo que ves? En los próximos tres minutos conoceremos a un hombre que pudo ver milagros, pero no ganaba nada con eso.